Desde pequeños nos guían para que desarrollemos buenos hábitos y costumbres, de tal forma que se nos facilite apegarnos a una rutina que a su tiempo nos permita convertirnos en adultos productivos. Es innegable que ese formar parte de la sociedad y ser adultos productivos nos da seguridad y nos hace sentir cómodos, sin embargo me pregunto si esta comodidad puede, en algunos casos, convertirse en aburrimiento y hastío.
¿Cuándo fué la útltima vez que te saliste de tu zona de comodidad? ¿Cuándo fué la última vez que hiciste algo que te produjo algo de incertidumbre y temor, pero con la esperanza de alcanzar tus sueños? Y no estoy hablando de arriesgarnos solo por el reto de arriesgarnos, estoy hablando de esos riesgos calculados y planeados que tienen el objetivo de hacerte una mejor persona a través de enfrentar tus propios temores y viejas creencias.
Esa zona de comodidad a la que me refiero, es esa parte de tu vida en la que te sientes experto, desarrollas cierta actividad con destreza y maestría; hasta se puede decir que ya no piensas para ejecutarla, haces las cosas de manera mecánica, pero el resultado es consistente y tiene calidad.
Existe un grupo de personas que han tenido el valor y la convicción para dedicarse a una actividad que les apasiona y por la cual son remuneradas. Para estas personas el trabajo, no es realmente trabajo, es una diversión; los entretiene y los mantiene motivados e interesados en seguir estudiando. Estas personas continuamente se salen de su zona de comodidad, para aprender y ser mejores en lo que hacen.
Pero ¿qué pasa con el resto del mundo que al no disfrutar lo que hacen, se ven forzados a ir a trabajar cada día? Es probable que muchos de ellos sean expertos en lo que hacen y, sin embargo se sienten sumidos en una rutina y hasta desmotivados ¿Será posible que estas personas nunca hayan sentido pasión por la actividad que realizan, ó tal vez esa pasión existió en un principio, pero se perdió en el camino?
Si nunca has sentido pasión por la actividad a la que te dedicas actualmente ¿será tiempo de salirte de tu zona de comodidad para explorar otras opciones? La respuesta a esta pregunta puede empezar con excusas y temores referentes a la economía y a la vida familiar, pero si crees fervientemente que el resultado de tus esfuerzos supera al temor y el riesgo de emprender algo nuevo; entonces empieza a planear un cambio paulatino y bien pensado, atrévete a pedir apoyo, busca un mentor, regresa a la escuela, pide un préstamo para tu proyecto.
Si en algún tiempo sentiste pasión por tu profesión, pero esta ha perdido su fuerza con el paso de los años, la buena noticia es que es posible reavivarla, la pregunta es ¿Cómo? ¿Estarías dispuesto a cambiar de puesto o incluso de empleador? ¿Es acaso tiempo de convertirte en tu propio jefe? ¿Estarías dispuesto a hablar con tus superiores para proponer esos cambios que crees son necesarios para tí y la empresa? ¿Estarías dispuesto a enfrentar las consecuencias de su respuesta?
Salirte de tu zona de comodidad, implica vencer tus temores y enfrentar las consecuencias de tus actos, sin embargo sus frutos pueden ser muy dulces y darte mucha satisfacción. Una mezcla de reto y comodidad es el componente perfecto para mantenerte motivado, satisfecho y activo ¿Te sientes realmente tan cómodo como para que no valga la pena el dar ese siguiente paso?
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